Reflexiones…La enseñanza clásica del proceso del parto se basa en que el bebé inicia el parto en una posición cefálica occípito anterior y realiza una serie de movimientos secuenciados para atravesar la pelvis materna, de morfología estándar, conocida como la pelvis ginecoide. Hemos aprendido que el parto debe ocurrir de esta manera. El parto debe comenzar con el bebé en una presentación óptima para que evolucione correctamente, y así puede realizar una secuencia de movimientos, de flexión, rotación y extensión para atravesar la pelvis. Y consideramos de antemano que nos encontramos ante una pelvis con rasgos ginecoides.
Cuando el proceso del parto no ocurre como creemos que tiene que ocurrir, emitimos una serie de diagnósticos, que conllevan, en su mayoría, una carga de culpabilidad dirigida hacia las mujeres. La mujeres frecuentemente entienden y refieren que su cuerpo no es capaz de parir, que no se ponen de parto, que les tienen que inducir, que no dilatan, que les tienen que ayudar con goteros, que les tienen que romper la bolsa, que su pelvis no es buena, es estrecha, es pequeña, etc…La interpretación de los diagnósticos que se emiten conllevan una carga importante de culpabilidad. Las mujeres interpretan que su cuerpo les ha fallado, que no funciona como debe y ello tiene una repercusión psicosocial que deja huella.
Recientemente, en este proceso de cambio, cuando explico y debato sobre el proceso de parto, desde un punto de vista más holístico y teniendo en cuenta que el proceso de nacimiento es biomecánico, neurohormonal y psicosocial, intento no culpabilizar a las mujeres de lo que ocurre durante el parto, ser más cuidadosa con los diagnósticos y la manera en la que les doy información.
En general, creo que hemos pasado a utilizar un discurso diferente en el que intentamos no culpabilizar a las mujeres pero sin querer, trasladamos la culpa al bebé. Hablamos de macrosomas, pequeños para la edad gestacional, distocias de rotación, malrotaciones, malposiciones…transferimos la culpa al bebé que se coloca mal, que no rota correctamente, que es muy grande y no quiere entrar en la pelvis, que es pequeño y entra en la pelvis mal colocado, el bebé que no baja, que no desciende, el que está mirando hacia arriba, el que no flexiona la cabeza…
Tal vez estamos tan centrados en lo que creemos que va a ocurrir, que si no sucede, pensamos que está mal y hay un problema. Personalmente, creo que el bebé sabe más que nosotros. Probablemente el bebé sepa cómo colocarse y cómo sortear las dificultades de la pelvis, si le damos el tiempo necesario, no uno preestablecido que no tiene en cuenta las condiciones particulares del parto. El bebé sabe colocarse y cuando lo hace, lo hace por una razón y probablemente nosotros no tengamos suficiente información para entender por qué se coloca de la manera que lo hace.
Durante el proceso de parto nuestra labor es el acompañamiento, es utilizar el conocimiento y todas las herramientas disponibles para favorecer y facilitar el progreso…..pero si no lo conseguimos….no pasa nada por decir que hemos hecho todo lo posible pero que no sabemos porque no fluye el parto. No siempre hay una razón, puede haber varias o puede que no seamos capaces de identificarla. A veces no conseguimos que progrese el parto y no sabemos porqué. Emitir diagnósticos que culpabilizan a la madre, al bebé o al personal que acompaña, tiene un impacto psicosocial trascendental. La manera de nacer importa, qué se dice y cómo se dice durante el proceso, también importa.
Nos queda mucho por aprender y también por desaprender… Yvonne Marry.