Las definiciones de progreso fisiológico del trabajo de parto son demasiado estrechas y simplistas. Ésta es una afirmación bastante tajante pero con ella quiero reflexionar sobre el hecho de que todo lo que no se ajuste a estas definiciones puede ser malinterpretado como distocia y ello conlleva intervenciones que pueden ser innecesarias y perjudiciales. Las definiciones contemporáneas del progreso fisiológico y patológico, no contemplan la individualidad ni variedad en el proceso. Dependemos de los promedios y la generalización para definir la normalidad.
Los estudios científicos se realizan en entornos controlados y cuantificables y nos aportan bastante información para entender la evolución, pero no todo se puede cuantificar durante un parto. En entornos hospitalarios, todo lo que no se ajusta a la norma, aunque exista bienestar materno y fetal, conlleva intervenciones que pueden tener un impacto negativo en el proceso. Estas definiciones pueden precipitar una cascada de intervenciones para acelerar el parto, para que se ajuste a la progresión lineal descrita y deseada para un parto, al considerarse la norma.
Algunos autores, abogan por un desmantelamiento del concepto contemporáneo de la progresión lineal del trabajo de parto y han sugerido un modelo más fluido de progresión. De hecho, la World Health Organization (WHO), en el 2018, consideró la necesidad de cambiar estos límites o parámetros, abandonando el umbral de tasa de dilatación cervical de 1cm/hora durante la primera fase del parto, debido a la creciente evidencia que demuestra que “ese ritmo de dilatación es inexacto para identificar a las mujeres en riesgo de resultados adversos en el parto”, y llegó a desaconsejar intervenciones médicas para acelerar el parto antes de los 5 cm.
¿Qué son las “mesetas”?
Gracias a estudios observacionales en entornos no controlados, muchas matronas definen la existencia de “mesetas fisiológicas”. Betty-Anne Daviss y Ken Johnson (2021) sugieren el término «meseta» para definir las pausas que ocurren en la evolución del proceso de parto, durante todas y cada una de las etapas del mismo. Consideran que las mesetas ocurren con frecuencia y no están asociadas a problemas importantes por lo que deben representar parte de la fisiología normal del nacimiento.
Según Weckend M et al. (2022) se observan mesetas fisiológicas en todo el continuo del trabajo de parto y nacimientos saludables. Estas pausas ocurren con frecuencia y pueden reflejar un mecanismo saludable de autorregulación de la díada materno-infantil, para prevenir el sufrimiento materno y permitir la adaptación del feto al canal del parto.
El término engloba las diferentes formas en las que las matronas han definido estos periodos, como por ejemplo: pausas durante la transición, periodo de reposo, fase de desaceleración, fase latente, mecanismo de regulación de la diada madre-hijo, reversión o retroceso cervical… Las matronas en entornos de parto no intervencionistas definen casos en los que el trabajo de parto se ralentiza, se detiene o incluso se revierte, pero luego se reanuda de manera natural, y lo consideran e interpretan como normal y fisiológico. La meseta que ocurre en el periodo de transición es la más común y aceptada globalmente aunque poco se respeta a la hora de considerar los tiempos del proceso.
En el entorno hospitalario no tenemos la oportunidad de observar estas mesetas fisiológicas, ya que los procedimientos y protocolos impiden el cuidado individualizado del proceso. Las mesetas fisiológicas potencialmente normales no se incluyen en las directrices contemporáneas de atención a la maternidad y generalmente se interpretan como distocia, teniendo implicaciones de gran alcance para la práctica clínica.
Es importante destacar que las mesetas también pueden ser inducidas por estímulos externos, como por ejemplo el temor, miedo, el entorno, el traslado…Las mesetas inducidas por estímulos pueden requerir un remedio para resolver el estancamiento del parto. Un ejemplo de esta meseta es la que ocurre en la fase prodrómica o de dilatación, al ingreso de la gestante en el hospital. En este caso puede haber existido una evolución progresiva del parto con dinámica efectiva, y al entrar en contacto con estímulos externos que interfieren con los instintos maternales, se puede producir un periodo de meseta, en el que se detiene la evolución de la dinámica o de dilatación. En estos casos es importante la reflexión, el que nos planteemos la existencia de estímulos externos que sean causantes de esta meseta y si son modificables, o si simplemente se necesita tiempo para la adaptación.
Una vez podamos establecer el bienestar materno y fetal, es importante poder minimizar y eliminar estos estímulos, acogiendo a la familia en un entorno tranquilo, donde validemos sus temores y dudas, donde la familia pueda descansar, aliviar sus temores, acompañar y ayudar a la gestante a empoderarse para establecer lazos con sus instintos. Este acompañamiento será de vital importancia para la evolución del proceso del parto.
Con este relato, siento la necesidad de destacar la importancia de reflexionar sobre los conceptos contemporáneos del parto y su proceso. Es necesario que la investigación sobre la fisiología de la maternidad tenga en cuenta la complejidad y la variación individual en lo que entendemos que es normal. Tenemos que tener presente que los protocolos y procedimientos son importantes para minimizar los riesgos maternos y fetales pero, siempre y cuando se constate un bienestar, el no cumplir con los criterios de normalidad, no implica siempre la existencia de mayor riesgo o distocia.